Ese mundo de plástico dónde las agujas inyectan felicidad, se convirtió en un vicio aún mayor que el de criticar a las demás. La ambivalencia de querer o no querer sentir un doble latido en mi interior. Medicando sus impulsos sexuales para sacudir sus entrañas. Polémico debate entre el bien y el mal. Placer, orgasmo, delirio, deseo, lujuria, clímax, sensualidad, penetración. Me descubrí a mí y la descubrí a ella. La intocable o la mojigata, me debatía sobre cuál era mi estilo. El día que brotaron en mí curvas sin sentido, me convertí en una silueta desdibujada, borrosa, abstracta. Ni cómo gustar, ni cómo gustarme. Mi amiga Inés, la tonta del mes. El tabú más grande para la mujer: hacer algo con su vagina